Girando y girando en el creciente círculo…

Elegí como título para esta entrada la primera línea de «La segunda llegada» de William Butler Yeats, porque el inicio de 2021 ha sido, para mí, una circunstancia de «…todo se deshace; el centro no puede sostenerse».

Comenzó de una manera prometedora: una clase sobre textos antiguos de España con una instructora tan obviamente entusiasta y conocedora que su actitud nos pasó a todos e inspiró creatividad y colaboración. ¿Qué podría ser mejor? Mientras tanto, una chispa de esperanza apareció en los peores momentos de la pandemia con la aprobación y difusión de vacunas efectivas, y parecía que mi familia saldría adelante, habiendo perdido algunos amigos y conocidos por este terrible virus, pero relativamente ilesos.

Y luego, a través de una serie de coincidencias que normalmente ocurren solo en las películas de terror, mi hermana mayor contrajo COVID-19 y murió cinco días después.

Pido disculpas de antemano por la intimidad emocional del siguiente párrafo.

No exagero cuando digo que el trabajo en esta clase salvó mi cordura y quizás mi vida durante las últimas cuatro semanas. Mi hermana estaba muy emocionada por mi finalización de esta carrera, y sentí que era OBLIGATORIO seguir con el trabajo y no perder el ímpetu, o ella lo sabría (créanme, ella lo sabría). Las oportunidades de recitar poesía y adaptar una obra a mis propias palabras (¡y ponerle música!) me inspiraron mucho y me permitieron expresar la montaña rusa emocional del último mes de manera pública sin tener que explicarme ni justificarme. La amabilidad y comprensión de la profesora Domínguez durante este tiempo fueron más allá de lo que pudiera pedir. Nunca los olvidaré.

La única dificultad que encontré fue para escribir el primer ensayo; había estado trabajando en él durante toda la espantosa semana en que todo sucedió, y después me encontré completamente bloqueado. Cada vez que me sentaba a escribir, terminaba llorando de frustración, porque mis ideas salían de mi cabeza y no encontraba el camino. Afortunadamente, un amigo (el compositor de la música para mi adaptación textual) me presentó a su amigo, quien compuso un musical basado en La Celestina, hace varios años. Los dos están trabajando juntos para reorquestarlo y revivirlo. Los tres nos sentamos durante unas horas (al aire libre, socialmente distanciados y enmascarados) y compartimos ideas. Cuando llegué a casa ese día, me senté frente a mi computadora y terminé el ensayo en un solo esfuerzo. Le envié una copia a mi nuevo amigo que, sin darse cuenta, me había ayudado a superar un momento muy difícil.

En cuanto al proyecto final, elegí a Ángela de Azevedo casi por casualidad. Estaba buscando una dramaturga menos conocida de la época y encontré una nueva edición de su obra «El muerto disimulado» con comentarios. La obra me atrajo, especialmente su interesante juego de género y feminismo generalizado (los hombres en sus obras son incapaces de mediar, son los personajes femeninos los que logran unir todo); así, la sugerí al grupo. Gran parte de lo que escribo sobre su vida en este proyecto será una ficción, debido a la escasez de información disponible sobre su vida, pero espero que no esté demasiado lejos de la realidad de la hermosa y brillante mujer cuya escritura estaba muy avanzada para el momento histórico en el que vivió.

Echaré de menos a esta clase. Ha sido una experiencia extraordinaria en todos los niveles. Les doy las gracias a todos y les deseo lo mejor en sus futuros proyectos.

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